Es como si durante toda nuestra vida hubiéramos volado por entre nubes negras y turbulencias y de pronto el avión se elevara sobre ellas para salir a un cielo transparente e ilimitado.
Inspirados y reconciliados por este surgimiento a una nueva realidad, llegamos a descubrir una profundidad de paz, alegría y unidad en nosotros mismos que nos llena de fuerza, gradualmente crece en nosotros la certidumbre de que en nuestro interior hay «algo» que nada destruye ni nada altera, y que no puede morir...
Llevado por el temor a la muerte, me fui a las montañas.
Medité humildemente sobre la incertidumbre de la muerte,
hasta captar la fortaleza de la luz inmortal e infinita de la Mente.
Luz en la Luz.
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